Hola chicas. Lo confieso, tenía mis dudas. Vi las manos de Rajoy por primera vez y pensé que le faltaban arrestos para cortar la tela por lo sano y hacer un traje de difunto político a su amigo Paco. A Paco Camps.

Necesité un segundo vistazo para percatarme de que los dedos índice y anular están casi a la misma altura. Vamos, que la R de Génova los tiene mejor puestos de lo que aparenta. Debajo de sus manos guardaba un as en la manga con sello de pasaporte a la Moncloa. Rajoy tenía dos caminos. Mirar a otro lado y convertir el trayecto al poder en un vía crucis o enredar para cortar la cabeza de Francisco Camps y viajar a la presidencia del Gobierno cómodamente y en primera clase.
Optó por el segundo. El más lógico pero también el más doloroso. Lo vivido el miércoles 20 en la santísima trinidad del poder, – sede de la presidencia valenciana, calle Génova y Tribunal de Justicia-, sólo puede comprenderse echando mano de Machiavelo o leyendo al chino Sun Tzu y su “Arte de la Guerra”.



No hay que ser muy incisivo para saber que Camps le recordó a Rajoy que está al frente del Partido y es candidato gracias al apoyo de los valencianos en el último Congreso del PP. “Me debes algo, me debes mucho” le debió decir. Tampoco hay que ser demasiado inteligente para saber que la respuesta de Rajoy puso ser más o menos esta . “¡Paco, no me jodas, que nos jugamos la Moncloa! ¡Busca una salida!
Camps estuvo muy cerca de declararse culpable para evitar el juicio y seguir en la presidencia. Tenía casi todas las piezas del tablero controladas. Dos de sus escuderos lo habían hecho y sólo faltaba que el tercero, Ricardo Costa, diera el paso . Pero no lo hizo y colocó a su jefe en la tesitura más difícil de sus casi 49 años de vida. Si se declaraba culpable y Costa no hacía lo propio sería juzgado después de haber proclamado su culpabilidad. Puede que pensara en una hipotética trampa y optó por la salida más digna: dimitir.



Lo hizo serio, contundente y convencido de que quien resiste gana. Convencido de que hay vida más allá de los trajes si el Tribunal le declara inocente. Si es así, volverá. Quién sabe si con una cartera de Ministro en el próximo Gobierno de la nación. Camps pierde, de momento, y Rajoy gana algo más que una batalla. En esta cacería política la pieza del presidente valenciano era tan importante como apetecible, pero hay otras por abatir. Y el Faisán es caza mayor. La otra R – la de Rubalcaba- todavía anda dándole vueltas a una frasecita tan soez como contundente. “Dele una chupadita a la medicina amarga” de la dimisión, le soltó González Pons. El candidato socialista ni se inmuta. Al menos, de momento.