Llevo años buscando una explicación a esta pelea contínua que viven la elegancia  con el mundo de la música. La reflexión es sencilla: ¿cuanto peor te vistes más discos vendes?

 

 

Cuando hay una gala de premios de la música, la alfombra roja es normalmente una pesadilla. De vez en cuanto una estrella de la gran pantalla, se cuela y salva la pasarela de moda, pero lo normal es que sea un verdadero horror. Aunque gracias a Dios Katy Perry ha reflexionado y se ha quitado el pelo azul, su vestuario sigue siendo de «Pesadilla antes de Navidad» y no os voy a contar nada de Lady Gaga, la novia cadáver tiene mucho más gusto que ella.

 

 

El problema de las artistas musicales es que además crean tendencia entre las adolescentes. Es decir, miles de jovencitas salen a la calle copiando sus terribles «looks» de arriba a abajo. Otro de sus fallos es que se creen que van maravillosas, eso le pasa a Paulina Rubio, y no dejan que nadie les asesore (os lo cuento porque lo sé) y el resultado es como el de la foto de arriba.

 

 

Aunque también os contaré que a veces cuando una tropa de estilistas las visten es todavía peor. Son tan pelotas que no se atreven a decirles la verdad, cosa que siempre se necesita alguna vez… y esa creo que es la razón por la que Beyonce, que es guapísima, se empeña en lucir vestidos que marquen y remarquen sus caderas y cartucheras,  justo la única parte de su cuerpo que debería disimular. Y sólo se me ocurre una razón para que esto ocurra: una estilista pelota que no se atreve a decirle: «nena, eso no, que parece que el universo es menos ancho que tus caderas» (citándo a Sabina que una de vez en cuando una se pone poética).

 

 

Pero el horror no sólo está fuera de nuestras fronteras, tenemos mucho material musical sin estilo en nuestro país. Chenoa es siempre una de mis favoritas. Es cierto que las estilistas que vestían a estos chicos en «Operación Triunfo» eran de denuncia en el Tribunal de La Haya, pero una vez fuera del programa ¿no hay un alma caritativa en el mundo del estilismo profesional que le eche una mano a la mallorquina?.

 

 

Las profesionales de las notas musicales tienen otro problema, y es que en una alfombra roja se sienten un poco fuera de lugar. Cuando las invitan a unos premios que no son musicales (en los suyos como van todas tan mal no destacan) y hay un poco de nível en la alfombra roja, quedan como el patito feo de la velada. Eso mismo le ocurrió a Leire, la de «La Oreja de Van Gogh» en los últimos Goya, que la pobre no encontró su mejor guión, y mucho menos, su mejor melodía.