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Está acabado y lo sabe. O debería saberlo. Se pregunta y masculla  desde Moncloa «cómo puede pasarme esto a mi».  La sobredimensionada tranquilidad del hombre que nombró tesorero a Luis Bárcenas esconde un montón de interrogantes a los que Mariano Rajoy intenta dar respuesta. Se pregunta quién está detrás de esta operación que amenaza con dinamitar su carrera política. Él y los suyos quieren saber quien es la mano que mece la cuna de la estrategia y la filtración de los sobresueldos, la financiación ilegal del PP, las cuatro horas con Bárcenas y los SMS desde su teléfono móvil.

Son muchos en el Gobierno y en el partido los que madrugan hoy después de una noche de insomnio, duerme vela y sudores fríos ante lo que pueda contar el extesorero del PP al juez Ruz. Sólo el protagonista y su nuevo abogado, -el juez condenado por prevaricación e indultado por José María Aznar-, saben de verdad cual será la estrategia. Lo razonable es que Bárcenas comience a cantar después de conocerse ese demoledor mensaje «tú sabrás a qué estáis jugando, pero yo quedo liberado de todo compromiso contigo y con el partido». Pero no es seguro. Puede que Liaño haya autorizado la difusión de los mensajes como último y letal aviso a navegantes. No puede descartarse que Bárcenas lo niegue ante el juez y se quede con el as en la manga para una nueva declaración si no recibe la anhelada ayuda del poder.

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Las flagrantes novedades no impiden la salida en tromba de la caverna mediática para defender al hombre tranquilo que disfruta de sus puros mientras la militancia del PP contiene las arcadas.  Rajoy escurre el bulto y entierra la cabeza incapaz de asumir que ya nada será igual en su carrera política. Un buen puñado de pelotas y mediocres se empeña en salvar la cabeza de un líder  a quien el chantajista le tiene cogido por sus partes. Dicen y repiten cansinamente que nada  ha cambiado por la publicación de los documentos originales. Se olvidan de que su primera línea de defensa se basó en negar la veracidad de la letra de Bárcenas y en sostener que el documento se escribió de una sentada. Argumentos que ya no sirven desde que el propio Bárcenas reconoció  que sí, que esa es su letra y desde que el perito concluyó sin atisbo de duda que esos papeles se escribieron en varios años. 

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Este Gobierno y el partido que le sostiene están contra las cuerdas en un momento muy difícil . Paradójicamente, las dos cuestiones que más han desgastado al Ejecutivo son las que pueden mantenerle a duras penas. Primero, la recesión porque a la Unión Europea y al Fondo Monetario Internacional  no les interesa una crisis política de incalculables consecuencias en la cuarta Economía de la eurozona.  Y segundo, los nacionalismos radicales que han acorralado a Mariano Rajoy y que viven mejor, y con más futuro, con un presidente endeble que con la línea dura simbolizada por  José María Aznar o Esperanza Aguirre.

Va a ser un verano duro en la sede de los populares donde Mariano Rajoy intenta poner buena cara mientras agoniza su número dos atrapada por el odio de Bárcenas y las ganas de revancha de Esperanza Aguirre.  Dolores de Cospedal se ha convertido en eslabón débil y pieza apetecible en una cacería donde cada uno prepara sus armas y la oposición afila el colmillo con una infructuosa pero desgastadora moción de censura.Rajoy aparenta calma convencido de que nadie podrá demostrar que cobró sobresueldos porque jamás firmó un “recibí”.  Su entorno está tranquilo porque cree que el juez Ruz ya sentenció que el cobro de sobresueldos no es delito. Se equivocan porque si quien cobra es miembro de un Gobierno comete un delito recogido en el artículo 12 de la Ley de Incompatibilidades. 

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Rajoy masculla sus planes, si es que tiene alguno además de  esperar a que escampe, desde su poltrona en Moncloa y desde su despacho en la calle Génova. Varias plantas más abajo espera Esperanza Aguirre convertida en lideresa de la regeneración de los populares. Exige responsabilidades a su partido como si la fiesta de la Gürtel no fuera con ella. Esperanza, mujer de tanto carácter como de corta memoria, no parece recordar que la investigación de la trama Gürtel comenzó en el  municipio madrileño de Majadahonda . También olvida que presidía un Gobierno donde varios consejeros tuvieron que dimitir. Y no recuerda que dirigía  el partido en una Comunidad donde varios alcaldes,- Arganda del Rey , Boadilla del Monte y Pozuelo-, dimitieron acorralados por la corrupción. Aguirre saltó del barco un minuto antes del incendio.  Porca miseria, porca memoria, Esperanza. 

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¿Y si Aguirre fuera la mano que mece la cuna con permiso de Aznar?  Posible pero poco probable. ¿Y si fuera Aznar? Igual de posible y de poco  probable. Ni una, ni el otro están limpios de polvo y paja. ¿Quién si no?  Busquemos el perfil de alguien ambicioso y poderoso. Político de recorrido y con probada experiencia. Limpio de corruptelas, en apariencia, y dueño temporal del aparato judicial del Estado. Se quejaba amargamente Bárcenas de la actitud «poco colaboradora» del ministro de Justicia para frenar la investigación de sus cuentas. Por algo será….