aAdolfo-Suarezrey932529_54028874188_960_639

La muerte del mejor político  español de las últimas décadas desentierra la nostalgia y añoranza de un tiempo de sueños compartidos  y retos imposibles. Un tiempo que indudablemente fue mejor. Adolfo Suárez  simbolizó la cultura del pacto y del respeto en una España desangrada por la dictadura, la crisis económica y la falta de libertades.  Fue un adelantado a su tiempo, devorado por un país tan cainita en política como visceral en la calle. Heredero del franquismo, fue el gran demócrata  capaz de entenderse con los rivales más enconados y de apostar por un estado autonómico que la mediocridad de unos y la deslealtad  de otros amenazan con devastar  40 años después. Suárez era el más brillante entre una generación sobrada de talento y quizás ese lustre intelectual cavó su tumba política y personal pese a haber pilotado una ejemplar transición.  

asuarezcongreso

Su soledad en el escaño la tarde del 23-F retrata la metáfora de su vida.  Leal y valiente ante la asonada militar mientras el resto del Congreso,- salvo las honrosas excepciones de Carrillo y Gutiérrez Mellado-, se escondían bajo sus asientos. Entre el ruido amenazante de los disparos del golpista Tejero, nacía un mito convertido en leyenda con el paso del tiempo. La fuerza de la memoria, quienes todavía tienen la suerte de conservarla, nos devuelve a una España más ilusionante, tolerante y  limpia donde se avanzaba a golpe de acuerdos y pactos.

asuarez tarradalellas440827_g

La memoria de Suárez fue devastada por una enfermedad que le privó de saber que el cariño del pueblo se abría paso entre las deslealtades que marcaron el final de su carrera política.  Tenía cara “machadiana” y una irrepetible capacidad seductora ante las entonces incipientes cámaras de televisión donde ponía voz al mítico “puedo prometer y prometo” de su brillante escritor de discursos, Fernando Ónega.  El legado de Suárez es tan importante que debería convertirse en asignatura obligatoria en colegios, institutos y universidades. 

aCARTEL_DEa_ADOLFO_SU_REZ_CANDIDATO_DE_UCD_EN_1977

Nadie debería olvidar que las libertades que hoy disfrutamos se las debemos en parte a quien  apostó por la democracia cuando podía mirar hacia otro lado. El ejercicio de memoria sería muy  recomendable entre algún que otro diputado rehén de su propia mediocridad y falta de cultura básica retratada en las redes sociales. También entre algún que otro contertulio incapaz de desprenderse de un sectarismo alimentado durante décadas.  Desde donde quiera que esté, Suárez siempre mirará con buenos ojos esta España caníbal que le  despreció antes de adorarle. “Me quieren peor no me votan” decía resignado antes de tirar la toalla. Hoy debería saber que le querían más de lo que pensaba y que le votarían más de lo que le votaron.