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Zarzuela ha puesto en marcha la abdicación a cámara lenta del Monarca. La inusual comparecencia del pasado viernes para dar cuenta de los problemas de salud del Rey es la señal inequívoca que esperaban quienes defienden la necesidad del relevo al frente de la máxima institución del Estado. En Palacio, esgrimen que Don Juan Carlos no se ha planteado en ningún momento renunciar a la Corona pero ya no consideran falacia, irresponsabilidad o despropósito que el Congreso de los Diputados recurra al precepto constitucional que permite dejar el Estado en manos de un periodo de regencia del Príncipe Felipe. La Casa Real sabe que la actual coyuntura,  sumamente delicada, requiere de la fortaleza intelectual y personal que adornan la figura del heredero en detrimento de un Monarca desgastado por los últimos episodios y consumido por una salud que  hace años dejó de ser de hierro. El Rey no está bien y quizás su salud sirva como excusa para cerrar una etapa que pasa del aprobado alto. No hay que tener miedo al relevo cuando quien recoge el testigo es mejor y está más preparado. Lo sabe Zarzuela y lo saben el  Príncipe y La Reina.

 HACIENDO AMIGOS

 aespebuena

Otro pasito adelante del verdadero verso suelto del Partido Popular.  Esperanza Aguirre intenta hacer amigos allá donde pisa aprovechando la frágil memoria de la ciudadanía. Quienes aplauden su alegato a favor de “catalanizar” España olvidan la beligerancia ideológica con la que la “lideresa” trató a Catalunya durante sus años al frente de la Comunidad de Madrid. Da igual. A ella solo le importa acumular apoyos y preparar su regreso a la política por la puerta grande. No miente cuando desprecia la posibilidad de optar a la alcaldía de Madrid. Le queda demasiado pequeño un sillón incapaz de competir con poltronas más ambiciosa. Aguirre jamás dejó de soñar con convertirse en la primera mujer en presidir el Gobierno de España después de pasar a la historia como la primera en ponerse al frente de la Comunidad de Madrid o del Senado. Esperanza marca territorio y lo hace en las tres grandes cuestiones que desvelan a Mariano Rajoy. Discrepa en lo económico,- siempre defendió la bajada de impuestos-, cuestiona la tibieza de su Partido a la hora de afrontar la corrupción,- fue pionera en desmarcarse y pedir mano dura en el “caso Bárcenas” -, y ahora afronta la cuestión territorial desde la posición ideológica más alejada de la línea dura del Gobierno. Si Wert pide españolizar Catalunya, la lideresa aboga por una inmersión colectiva en el imaginario catalán. Y es que el botín de Moncloa bien merece un cambio de ritmo y hasta una nueva pareja de baile.

  EL LÍDER DE LA OPOSICIÓN

 

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Juega el todavía presidente  de la Generalitat a convertirse en lo que  el destino  le deparará en el supuesto político más generoso. Juega a liderar la oposición en la Catalunya que saldrá de las urnas con un sonado triunfo de Esquerra Republicana y una Convergència Democràtica reducida a añicos por la incompetencia de la «banda» del president y su acólito  Homs. Hace tiempo que Artur Mas aparcó su labor institucional de representar a todos los catalanes para apostar por defender sólo a quienes abogan por la independencia.  Rizando el rizo se empeña en contentar especialmente a los más radicales entre los radicales. No puede ser sólo una cuestión de irresponsabilidad el desafío  a la UE después de que un comisario tras otro advirtieran de que una Catalunya independiente saldría de la Unión de forma inmediata.  Su pequeña chulería cuando asegura que un Estado catalán seguiría en el euro es, más allá de una falacia y una monumental mentira, el ejemplo del daño que puede hacer a toda una sociedad la estulticia de un solo personaje. Le queda el consuelo de apoyos como los de Ramoncín o Miguel Ríos en la vía del referendo. Claro, que enfrente tiene a Javier Cercas, Muñoz Molina o Vargas Llosa. Juzguen ustedes.