Ha muerto Carmen Balcells, la editora total. Por sus oficinas y estanterías pasaron varios Nobel de Literatura, como García Márquez o Vargas Llosa, y los escritores más vendidos de España y Sudamérica que sin su fino olfato quizás jamás habrían tenido un lugar merecido. Es una baja importante para el mundo editorial, pero sobre todo, desaparece con ella una raza única de inventar escritores, vender éxitos y hacer amigos. Se inaugura el otoño con su adiós. Para olvidar la pena, nosotros vamos a hacer algunas paradas en lecturas que nos parecen sugerentes con la caída de las hojas de los árboles. Para contrarrestar, hojas que se leen.
LA SORPRESA: «La Corredora«, de Carrie Snyder
Según Amazon, es éste uno de los libros del año, «La corredora», de la canadiense Carrie Snyder (Alfaguara). Una novela que recuerda la vida de Aganetha Smart, la atleta que ganó una medalla de oro para Canadá en 1928, algo hasta entonces jamás visto, y que todavía vive. La escritora traza un relato formidable sobre la relación casi imposible entre el deporte y la mujer de aquellos años. Una historia de superación y velocidad. Y también de impostura.
LA NUEVA: «Observada«, de Renee Knight
La autora debió aprender en su primer empleo como documentalista para la BBC cómo conseguir la mejor información para construir una historia de suspense. Porque Hollywood ya la quiere para hacerla una rentable película. «Observada» (Salamandra) es «hija» de una inglesa que pasó de trabajar en la televisión a quedarse en su casa cuidando de sus hijos. En la mesa camilla, nació esta novela que mezcla presente y pasado con un argumento sencillo a priori, pero vertiginoso a la larga: una mujer halla tras una mudanza un libro que le provoca auténtico terror. Secretos, pasados familiares, miedo, venganza…. Todo está en un libro-bola (así lo llamo yo) de los que van cogiendo fama, nombre, adeptos y adictos sólo con el boca a boca, rodando, rodando.
EL DE SIEMPRE: «Relato de un náufrago«, de García Márquez
Los planes académicos de mi hijo de 13 años nos han puesto esta obra, aparentemente menor del Nobel colombiano, sobre la mesa de los deberes. Toda la obra de Gabo es obligada, pero ya que me he encontrado con este título de forma inesperada, voy a recomendarlo. Es un escrito periodístico que describe la aventura de un marinero que durante diez días permanece perdido en el mar sin comida ni agua potable. Disfrutará como un niño. Y si no le engancha (sería raro), coja cualquier otro firmado por él.
EL NECESARIO: «Juro no decir nunca la verdad«, de Javier Marías
Me apasiona el Javier Marías novelista. Y quizás por eso, este nuevo libro que reúne 95 artículos suyos publicados en un suplemento dominical sea un compás de espera estupendo hasta su siguiente ficción. Marías nos adentra en la crónica política, social y cultural de los últimos años, pero con su estilo infalibre, su acidez, su verbo intenso y su ironía urgente. Todo agudeza. (Ed. Alfaguara)
EL CLÁSICO: «Bella del Señor«, de Albert Cohen
Este verano encontré una librería en San Cugat del Vallés, «Re-Read», donde compraban y vendían libros al peso con un lema que me encantó: «Los dinosaurios no leían,
por eso no queda ninguno». Me compré por dos euros un kilo de Albert Cohen, que en realidad es una tonelada de literatura pura. Releí volando «Bella del Señor» (Ed. Anagrama), magna obra editada en 1968. No es un clásico a la manera de Calderón o Shakespeare, pero lo es como modelo de lo que un libro jamás puede perder: la profundidad y la densidad de sus personajes y argumentos. La emoción, en suma. La pasión entre un judío y una aristócrata aria en 1936 en plena ola de antisemitismo. El amor y el horror. Imprescindible de verdad. Como dice mi amigo Javier, siempre hay que volver a los clásicos, aunque aún no peinen canas.
EL PREMIADO. «La buena reputación» (Seix Barral) de Ignacio Mtnez. de Pisón, premio nacional de Narrativa 2015
Mi paisano ha escrito muchos y buenos libros, yo le habría dado un premio gordo a cualquiera de ellos. Pero le ha tocado al último, un prodigio hecho novela con el papel que jugó Melilla en el protectorado. Y con el espejo de Zaragoza, siempre, su ciudad natal. Es además, una historia más sobre la familia, ese pilón donde Pisón aposenta toda su narrativa y que es siempre, felizmente imperfecta. Excelente. Enhorabuena.
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