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Se agarró a los versos de Wiliam Ernest Henley para dar sentido a las vidas de los presos de la cárcel de Robben Island . “Soy el amo de mi destino. Soy el capitán de mi alma” recitaba  Madiba durante los peores de días de prisionero en la Sudáfrica del apartheid y la injusticia. La muerte de Nelson Mandela deja un vacío tan colosal como su legado .  Mandela es una de las figuras monumentales de la historia de la humanidad. Un hombre que huyó del rencor para abrazarse a la reconciliación y un estadista vacunado contra el odio desde una miserable celda de cinco metros cuadrados donde la humedad calaba sus huesos y pulmones.  Sólo una mente poderosa puede mantener la cordura después de 27 años de privación de libertad y sólo un corazón indomable puede salir de esa tortura con mayor generosidad y menos rencor.

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El preso 466/64 no se rindió nunca, luchó hasta el último suspiro, perdonó  y obró el milagro de acabar con la discriminación desde el mismo infierno del racismo. Quienes le critican por no ser brillante en lo económico se olvidan de que su misión no era gestionar números sino almas y sentimientos. Así logro que blancos y negros se abrazaran para evitar una guerra civil anunciada.  Una de las mentes más brillantes de la historia,- Cameron dixit-,  hizo del rugby su hoja de ruta para la reconciliación de todo un pueblo.

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Consiguió que la mayoría negra apoyara al equipo de los blancos afrikáners pese a que sólo un jugador de color jugaba en la Selección que acabó conquistando el mundial y la libertad para su pueblo.  Casi 20 años después blancos y negros vuelven a abrazarse para llorar juntos su pérdida. Ese es su gran legado.

DUEÑO DE SU DESTINO, CAPITÁN DE SU ALMA

 

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Mandela encontró inspiración y fuerza en los versos del poema “Invictus” que dio nombre a la película del genial Eastwood basada en la maravillosa historia novelada “El factor humano” de John Carlin.  Madiba no se va porque es tan eterno como los versos del poeta inglés del siglo XIX.

 

 

Fuera de la noche que me cubre,

Negra como el abismo de polo a polo,

Agradezco a cualquier dios que pudiera existir

Por mi alma inconquistable.

En las feroces garras de la circunstancia

Ni he gemido ni he gritado.

Bajo los golpes del azar

Mi cabeza sangra, pero no se inclina.

Más allá de este lugar de ira y lágrimas

Es inminente el Horror de la sombra,

Y sin embargo la amenaza de los años

Me encuentra y me encontrará sin miedo.

No importa cuán estrecha sea la puerta,

Cuán cargada de castigos la sentencia.

Soy el amo de mi destino:

Soy el capitán de mi alma.