Va directo al precipicio. Al suyo, al de su partido y al de su “país”. El delirio independentista de Artur Mas amenaza con dejar hecho jirones la aparente solidez de la formación que ha gobernado Catalunya durante casi 30 años. Artur Mas ha logrado lo que no hace tanto se antojaba quimérico. Su apuesta independentista y su desastrosa gestión política y económica han colocado a Esquerra Republicana por encima de CiU según la encuesta firmada por un diario catalán subvencionado por la Generalitat. El electorado, parece evidente, castiga los desvaríos de Mas en la misma medida que se queda con el original independentista de Esquerra y deshecha la burda copia del nacionalismo moderado reconvertido en un zafio radicalismo. La anunciada debacle electoral de CiU debería abrir un debate interno de gran calado para frenar la sangría de votos de la formación controlada por los Pujol. Son muchos en CiU,- más en Unió que en Convergència -, que piensan que sin un urgente cambio de rumbo el desastre será inevitable.
La mayoría lo dice “sotto voche” pero no se atreve en público por el miedo a ser señalados y estigmatizado en una sociedad donde todo es cuestionable salvo el ser independentista. El aparato de poder nacional-soberanista ha hecho de Catalunya una sociedad de pensamiento único donde se premia la mediocridad intelectual y se castiga la diferencia. Una sociedad donde casi nadie escapa de las garras de un poder capaz de somatizar a una institución como el Fútbol Club Barcelona. Un club en manos de la estulticia del personaje más paleto y provinciano de la historia culé. Sandro Rosell desaprovechó su paso por una importante multinacional donde no aprendió , parece ser, los secretos del marketing. Pone la camiseta del Barça al servició del independentismo y da la espalda a los millones de culés que, dentro y fuera de España, ni son , ni aspiran a ser independentistas . Mas y Rosell posan sonrientes quizás porque ambos tienen algo en común . Han logrado lo que parecía un imposible. Uno el “sorpasso” de Esquera y convertirse en el mejor líder que jamás haya tenido esa formación. El otro que el barcelonismo añore a Joan Laporta. Independentista, sí ,pero al menos no engañó a nadie. Nunca lo ocultó.
ALELUYA
¡Aleluya! Por fin, un buen dato en el devastado erial económico español. El paro bajó en más de 98.000 personas firmando su mejor comportamiento de los últimos 17 años en un mes de mayo. Un brote verde, un conato de sonrisa, un suspiro de alivio para quienes llevan meses o años desesperados por la falta de empleo y hasta para los afortunados que lo tienen porque así ven seguro mantenerlo. Un buen dato en medio de la mediocridad de quienes se aprestan a sacar pecho por su reforma laboral y entre quienes restan legitimidad a la cifra. Asegurar que el descenso del paro se debe exclusivamente a las nuevas leyes laborales es tan falso como recordar que el buen dato es consecuencia exclusiva de la temporalidad. Agota la previsibilidad de una clase política cegada por la crítica al enemigo y empeñada en mirarse el ombligo. Duele la sonrisa bobalicona del Gobierno y la bilis de la oposición.
Ambos incapaces de reconocer los méritos del contrario y de improvisar una hoja de ruta brillante más allá de lo que diga el guión de turno. Escrito por unos pocos para que la mayoría lo recite como loros. La patética charla del diputado socialista que reconoce, ante los suyos, que su participación en las tertulias está “teledirigida” redescubre a un rebaño de charlatanes con la lección bien aprendida. La política nunca será digna si su ejercicio no incluye la posibilidad de respetar al rival y aplaudir sus buenas decisiones. Extraño, sí, pero también posible. Si a un tipo como Rodríguez Zapatero le ha dado un ataque de responsabilidad y respeto a sus antecesores y sucesor alejado del poder, es que todavía queda algo de esperanza.
Sin comentarios