Dora es muy pesada pero a los niños, sobre todo a los más pequeños, les encanta. Yo estoy a punto de fundar una asociación de padres damnificados por esos dibujos que incluyen cancioncillas repetitivas a modo de gota malaya.
Tampoco me llevo muy bien con Bob Esponja aunque reconozco que a veces tiene gracia. Sus personajes absurdos y disparatados nos dejan frases como «Soy feo a mucha honra» o ¡Cómete tu postre y procura que te guste»! fantástica para cuando los niños se hacen los remolones delante del plato.
Dora y Bob son los reyes pero yo me quedo con «Little Einstein», una delicia que permite a los pequeñajos descubrir el lado divertido de la música clásica.
Y reconozco mi debilidad por otro dibujo «imposible», repelente, cursi… Caillou es mi favorito. He tratado de averiguar porque este «niño» de cuatro años calvo y hay todo tipo de versiones, que sus creadores pensaron en los niños con cáncer o simplemente que al principio era un bebé y al hacerlo crecer los dibujantes decidieron no ponerle pelo.
Lo de menos es que Caillou no tenga pelo sólo sé que me da paz porque su vida es pura ciencia-ficción. En su casa no grita nadie, nadie pierde la paciencia, todo es armonioso y yo me voy hundiendo en el sofá y sueño que mis hijos aprenderán de él lo que yo no consigo enseñarles…
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