Apesta el oasis catalán forzosamente reconvertido en una charca hedionda. El episodio más triste, flagrante y grave de la mayúscula historia de la corrupción española ha destapado en público lo que casi todos reconocían en privado en Catalunya. El soberanismo como excusa del saqueo del bolsillo de los ciudadanos o la coartada del “Espanya ens roba”.
A medida que se acercan las fechas claves del desafío independentista crecen las sospechas de que la apuesta soberanista de CiU solo era una estrategia para tapar el latrocinio de los Pujol y cia. Es evidente que una Catalunya independiente tendría mayor facilidad para controlar las estructuras de poder incluidas las judiciales y policiales encargadas de destapar las miserables actitudes de quienes han gobernado y robado a los catalanes durante décadas. Cataluña afronta su Diada más independentista en medio del fango donde duermen las millonarias cuentas de los Pujol y alguna más de apellidos ilustres que conjugan influencia y poder. Que salgan a la luz dependerá del grado de irresponsabilidad, valentía o locura que asuma el presidente de la Generalitat cuando el Constitucional tumbe una Ley de Consultas tan ilegal como el referéndum que pretenden justificar.
Artur Mas juega a seguir adelante con la consulta porque necesita contentar a sus socios de Pujol y además no puede asestar el golpe de gracia al proceso antes de la celebración de la fecha más emblemática para el soberanismo catalán. El jueves cientos de miles de catalanes se echarán a la calle en forma de UVE en una aparente demostración de fuerza que realmente quedará lejos de las expectativas independentistas. La gigantesca maquinaria de propaganda política que controla la Generalitat ya prepara sus majestuosos titulares en los que plasmará que dos millones de catalanes reclaman en la calle el derecho a votar. La cifra estará tan inflada como los anhelos de una Asamblea Nacional Catalana que no termina de entender que, en el mejor de los casos para ellos, otros cinco millones de catalanes se quedarán en casa. 
La marea de esteladas la verán, desde el sofá de su casa, el matrimonio Pujol. Ella, la Ferrusola, mascullando su odio a todo lo que huela a periodista y español. Él, pergeñando su venganza contra su antaños adláteres. Los dirigentes de CiU saben que el fango de Pujol les espera si al exmolthonorable le da por tirar MAS de la manta.
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