Esquiva este Gobierno un charco para caer en otro. La decisión, con un indignante  «tufo» político,  del juez que ha optado por dejar en libertad condicional al etarra Bolinaga es una buena noticia para esa parte del Gobierno que entiende que, de esta forma, la presión del entorno de ETA aflojará. El Ejecutivo esquiva el charco etarra sin importarle caer en desgracia entre las víctimas del terrorismo y  la mayoría de la opinión pública. Desmoraliza y provoca tristeza saber que Moncloa prefiere los ataques de los «buenos» a la presión de los «malos». En una palabra, entiende que el enfado de las Víctimas no es comparable en términos de desgaste, réditos electorales e imagen al espectáculo circense de los terroristas . Una lógica infantil habida cuenta de que después de 50 años de pistolas, «goma 2″ y casi mil muertos hemos aprendido que esa gente no es de fiar. Bolinaga, pese al empeño de la fiscalía, saldrá en libertad y sus amigos mantendrán la presión para doblar el pulso al Gobierno una y otra vez. Tantas como haga falta.

Del caso Bolinaga  salen reforzados los presos de ETA, humilladas las víctimas  y muy dañada la imagen de la Justicia por obra y gracia de un magistrado, un tal Castro, que ha preferido seguir el dictado del ministerio del Interior en lugar de tener en cuenta el criterio de la fiscalía y de la forense de la Audiencia Nacional. No es que Bolinaga no tenga derecho a morirse fuera de prisión. Es que , a tenor de los informes más solventes, ni se está muriendo, ni se va a morir de forma inminente. Un problema menos debe pensar el titular de Interior más desgastado de la historia en un tiempo récord. Consumado especialista en meterse en charcos, tiene la desgracia de patinar en otro caso cuya responsabilidad no es del todo suya pero que le va salpicar. Jorge Fernández tiene mucha tarea por delante si quiere recuperar la maltrecha imagen de la Policía después del lamentable error en la búsqueda de los niños Ruth y José.

DE CHAPUZA EN CHAPUZA

El buen trabajo policial en los días posteriores a la desaparición de los pequeños se fue al garete por la incompetencia y soberbia de una forense. Pero no sólo por eso. Cuesta creer que a nadie, en la cúpula policial, se le ocurriera pedir una segunda opinión en una investigación tan mediática y convulsa y después  del precedente «chapucero» de la desaparición de Marta del Castillo. El actual ministro del Interior siempre podrá decir que los hechos ocurrieron con Rubalcaba al frente del ministerio .Tan cierto como que la memoria del personal flaquea y que las críticas que arrecian, ahora, contra la Policía van dirigidas a los actuales inquilinos del poder. Es así, guste o no. Es así, sea justo o injusto.

 

Bien lo sabe el presidente del Gobierno que ha heredado una catastrófica gestión económica que ha conducido al país a un doble rescate. El bancario y el que llegará en las próximas semanas. Querrán bautizarlo  como suave o blando pero será rescate al fin y al cabo. Y llevará un nombre y un apellido: Mariano Rajoy. Será el gallego el que pase a la historia como el hombre humillado por Bruselas por mucho que su entorno se empeñe en convencernos de que el billete de la intervención lo sacó hace unos años José Luis  Rodríguez Zapatero.

No va ser un buen otoño ni para Rajoy, ni para los españoles que han escuchado el peor mensaje que podían recibir en boca del Presidente. Promete no subir más el IRPF y el IVA y de inmediato los ciudadanos se preparan para una nueva estocada. Es lo que tiene decir una cosa y hacer la contraria desde el primer roce con el poder.

LA ZAFIEDAD

La elección de Iniesta como mejor jugador de Europa da sentido a la palabra zafio. Ganó el bueno de Andrés por dos votos de diferencia pese a la actitud del único medio de comunicación español. El diario que horas después se deshacía en elogios al manchego y hablaba  de decisión justa y merecida optó por votar al portugués Cristiano Ronaldo.  Es el mismo periódico que presume de la estrella de «la roja» en su portada y que suele hacer un ejercicio de patriotismo paleto en su línea editorial. Iniesta estuvo a punto de perder un más  que merecido reconocimiento porque un periodista español sucumbió a la presión del clan de los portugueses respaldado, tolerado y bendecido por Florentino Pérez. Así le va a nuestro país. Así le va a nuestro periodismo. ¿Verdad señores del Marca?