Mi reacción fue no reaccionar. Me repetía: «esto no es real». Supongo que como le pasó a la mayoría.  Diez años después, esa sensación vuelve cada vez que veo las imágenes del 11-S y lo que vino detrás.


Periódicos, teles, radios y agencias han echado el resto en el aniversario de una fecha que para muchos cambió el mundo. Lo que sí hizo, desde luego, es volver vulnerable a este inmenso país en su propio territorio. Había un enemigo nuevo, sin uniforme ni bandera. Y todos nos sentimos más inseguros.

Al margen del recuerdo, homenajes y coberturas, me quedo con otra perspectiva, que leí en unos artículos en «The Washington Post».

Uno, escrito por una hija que perdió a su madre en el vuelo que se estampó contra el Pentágono. Ella agradece  la solidaridad y el consuelo recibidos en este tiempo. Y reclama otra forma de mirar el 11-S para dejar de lamerse las heridas.


Que el recuerdo de los muertos no sólo sea el dolor por su ausencia, sino una fuerza para seguir adelante y dejar de mirar atrás. Conseguir que el mundo cambie de verdad, se haga más compasivo, justo y seguro. Porque, añade, la última parte del duelo es aceptarlo y renovarse.

    

Memorial Pentágono

  Puede sonar a mirada ingenua. Pero me gusta la llamada de atención de esta mujer a quien sí le cambió la vida ese día. Y todos los que han caído y caen, americanos o no, en los campos de la «guerra contra el terror», recordados sólo por los suyos, sin monumentos ni homenajes.

Memorial Vuelo 93

La otra mirada habla de cómo estarían las cosas si la respuesta a esos ataques hubiera sido otra.


Si en lugar de obsesionarse con dos guerras costosísimas, Estados Unidos hubiera invertido tanto esfuerzo en su gente, aprovechando el tiempo y creciendo,-caso de China- en vez de debilitarse y dividirse en estos diez años.

O por qué la solidaridad y la empatía post 11-S hacia USA se perdieron tan pronto empezaron los bombardeos en Bagdad.

Un 11-S más, Estados Unidos se despierta con banderas a media asta, recuerdo, dolor… y quizá el deseo de dejar atrás lo que algunos llaman ya la década perdida.