Era Felipe González quien decía aquello de que una sociedad se dignifica más cuanto más cuida de sus mayores. En España cuesta entenderlo. Lo fácil es, por ejemplo, cuestionar y criticar el trabajo de un periodista mayúsculo que en cualquier país serio del mundo tendría tratamiento de Sir o de gloria nacional. Algunas críticas a Jesús Hermida por la primera entrevista que concede el Rey de España reflejan muy bien la parte más cainita de un país empeñado en devorarse a sí mismo. Es verdad que, en general, llegan de tipos mediocres y de aspirantes a la nada. Gente que se consume en su propio vacío con la única pretensión de aparentar modernidad en su crítica al poder establecido. La discrepancia política, el distinto criterio por el modelo de Estado es completamente entendible. Tanto como el respeto que merece uno de los mejores periodistas que ha dado este país y un Monarca que, aun plagado de errores, ha logrado un periodo de pacífica estabilidad política y social durante más de 37 años. ¡No le preguntó por su yerno, ni por la caza de elefantes!, dicen mientras se llevan las manos a la cabeza. Quizás esperaban que fuera más allá de considerar inapropiada la actuación de Iñaki Urdangarin. O quizás anhelaban que se inmolara ante las cámaras porque les resultó escaso el ya famoso «lo siento, me he equivocado y no volverá a ocurrir».
Evidentemente no sorprenden los comentarios viperinos de quienes aspiran a terminar con la Monarquía para restablecer una República aunque no tengan claro ni con qué proyecto ni en qué manos. Esas críticas, por supuesto, son comprensibles y hasta lógicas. Las destartaladas, las carente de sentidos son otras. Vienen de quienes sin ser republicanos no terminan de entender que la Corona, con la Constitución en la mano, simboliza un proyecto común de país, nación o Estado. No entienden que fustigar alegremente y sin motivo la persona del Rey es atacar el corazón de la convivencia.
Mientras algunos se empeñan en laminar la figura de Don Juan Carlos, otros que sin duda lo tienen bastante más claro siguen a lo suyo. Son muchos menos pero hacen muchísimo más ruido. Sacan a la calle a 4.000 personas en Baleares reclamando la quimera de los países catalanes y parece que son millones. Apenas reúnen a 27.000 hooligans en las gradas de un estadio de fútbol para exigir la independencia de Catalunya y parece que representan a todo un pueblo.
Da igual que tengan comportamientos que coquetean con el fascismo porque al final siempre ganan la batalla de la imagen. Da igual que señalen, apunten chillen e insulten al propio seleccionador catalán por el «delito» de hablar en castellano. Da igual, porque al final los buenos siempre parecen ellos. La diferencia entre unos y otros es que los primeros se lo creen y entienden que el fin justifica los medios mientras los otros ni se lo creen, ni son conscientes del daño que hacen a aquellos que dicen defender. Lo fácil es criticar por criticar a un maestro de periodistas y al jefe del Estado. Lo difícil, se ve que les cuesta, es dejar de dar la nota y asumir un poco, solo un poco, de responsabilidad en unos momentos más que delicados, críticos.
SEIS MILLONES SIN RESCATE
«El Intruso» auguraba hace justo un año que el paro llegaría a los seis millones y que España se abocaba irremediablemente al rescate. 12 meses después y pese al alivio de los datos de diciembre ,sigue pensando que la cifra de los seis millones, por desgracia, sólo es, cuestión de tiempo. El descenso del paro el mes pasado es un espejismo basado en el empleo estacional de la Navidad y en la arriesgada apuesta de quienes se quedaron en la calle e inician a la desesperada un proyecto empresarial autónomo en medio de la incertidumbre. Otro cantar es la petición de rescate. Ojalá haya sido un patinazo de época del «Intruso» que, ni por asomo, pensaba que España lo esquivaría. 2013 ha comenzado bien. Los mercados aflojan la presión, Rajoy resiste y quien sabe si al final todos tendremos que decir aquello de «Don Mariano, tenía usted razón». «El Intruso» estará encantado.
Respeto al Rey y a Jesús Hermida pero, sinceramente, creo que la ¿entrevista? por los 75 años fue más perjudicial que beneficiosa para la monarquía. Los españoles del siglo XXI esperamos ya otra cosa de este tipo de apariciones. La autocomplacencia no vale. Hay que ser más audaz.Lo cortés no quita lo valiente. Oportunidad perdida.
Respeto al Rey y a Jesús Hermida pero, sinceramente, creo que la ¿entrevista? por los 75 años fue más perjudicial que beneficiosa para la monarquía. Los españoles del siglo XXI esperamos ya otra cosa de este tipo de apariciones. La autocomplacencia no vale. Hay que ser más audaz.Lo cortés no quita lo valiente. Oportunidad perdida.